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Llevar la delantera

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En el mundo de los negocios actual, lo único permanente es el cambio, y ello es una realidad que vale la pena asumir y tener muy en claro, ya que para adecuarse a esto se requiere de voluntad, de mentalidad abierta y de un espíritu del cambio que impregne lo más profundo de nuestro quehacer empresarial.

El desafío es ser partícipes de esta nueva cultura de adecuación permanente a los modelos de gestión, y no meros espectadores de lo que hacen los demás, de lo que intentan las grandes empresas. Para eso es necesario internalizar que existen algunos conceptos que deben estar asociados indivisiblemente, y que tiene que ver con la innovación, la creatividad y la preparación adecuada a todo nivel.

De este modo, la innovación debe manifestarse en todos los aspectos del negocio y debe ser un pilar fundamental, un motor que mueva la actividad, entendiendo que los consumidores están buscando cosas diferentes y atractivas a cada momento, porque están un poco cansados de encontrar siempre más de lo mismo.

En ese sentido, hoy por hoy la verdadera clave del éxito comercial, lo que marca realmente la diferencia, es estar atentos y escuchando lo que el mercado y los compradores quieren, para estar un paso adelante y no quedarse estancado en viejas prácticas.

Se hace imprescindible llevar la delantera y no resistirse a los cambios. Se hace necesario no sólo subirse rápidamente al carro de la innovación y asumir con celeridad las modificaciones que están en marcha, sino que también ser generadores de ellas, con un real espíritu de emprendimiento.

Y esta es una tarea más bien pendiente para la industria panadera y pastelera, porque en general vamos detrás de lo que vemos en otras actividades que de por sí son más innovadoras, como el retail o los mismos supermercados. Y es cierto que ellos tienen más herramientas, lo que les facilita la implementación de nuevas estrategias y escenarios comerciales, pero no hay que perder de vista que en materia de innovación y creatividad, lo que valen son realmente las buenas ideas y no importan sólo los recursos.

Por eso el llamado es a tener un negocio flexible, que sea capaz de adecuarse con velocidad a los vaivenes del mercado y que igualmente esté imaginando de manera constante nuevas metodologías de venta y servicio, en sintonía estrecha con lo que andan buscando los clientes. Un negocio que apunte a la incorporación sostenida de la innovación en su cultura organizacional, que logre sistematizar dichas prácticas como una rutina permanente, generando cambios en ámbitos como los valores de la empresa y su misión, o la motivación de los trabajadores.

Y ojo que la idea no es sólo cambiar por cambiar, sino que hacer modificaciones con la mentalidad de proyectar el negocio, de desarrollarlo y de avanzar convirtiéndose en líderes por las iniciativas propuestas. Lo anterior comprendiendo que proyectarse en el tiempo implica saber a ciencia cierta qué queremos y por qué nos esforzaremos, y no pasa por esperar a ver cómo se dan las cosas o que están haciendo los demás. Por eso llevar la delantera tiene un significado muy especial, que no tiene que ver únicamente con ganarle a la competencia, sino que representa el elemento fundamental que nos permitirá contar con mayores opciones para potenciar el negocio y generarle verdaderas perspectivas de crecimiento.

Como rubro panadero y pastelero, debemos aprovechar el capital que tenemos al contar con una larga y estrecha relación personalizada con nuestros compradores. Ello es algo que no podemos desperdiciar y que debemos hacer valer, dado que es una ventaja que nos debe permitir un mayor entendimiento del mercado, de cara a proponer las mejores iniciativas, ser innovadores y estar marcando el rumbo por el que debe ir esta industria.

Sr. José Antonio Yáñez Dieguez

Esta entrada tiene un comentario

  1. Roberto

    Creo que la apreciación acerca de que los consumidores estamos aburridos de “siempre lo mismo” no es exacta. El pan es parte fundamental de la dieta del chileno, en mayor o menor cantidad y lo ha sido por muchos años. La mayoría del tiempo buscamos revivir sabores, texturas y olores, lo que en materia de pan se nos niega. O porque cambian los procesos, los componentes, la maquinaria utilizada o simplemente los tiempos de cocción para ahorrarse en combustibles (que no se traspasa al consumidor), todo lo que incide en las propiedades organolépticas del producto. Si a eso agregamos la mantención del nombre de los tipos de pan a productos que no condicen con la memoria gustativa histórica, el panorama no es auspicioso para los consumidores, que tendremos que crear conciencia al respecto.

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