Hoy por hoy los consumidores están mucho más informados y tienen mayor conciencia de lo que desean exigir, así como una clara idea de lo que andan buscando en materia de calidad. Y cuando hablamos de un comprador en relación a productos alimenticios, los estándares requeridos de excelencia se elevan, dado que existe un relevante tema de salud que está de por medio en esos casos.
Por ello es tan importante todo lo que tiene que ver con las buenas prácticas sanitarias de elaboración para un rubro como el panadero y pastelero, dado que en ello puede jugarse buena parte del prestigio del negocio y la preferencia y fidelidad de los clientes en el largo plazo.
Como este es un tema no sólo de interés privado, sino que también público, en los próximos años nos veremos enfrentados a diferentes normativas que van a regular de mejor modo la producción de alimentos desde el punto de vista sanitario (todo lo referente a por ejemplo los parámetros de la HACCP y otros).
El llamado a todo nuestro rubro es a preparase con tiempo para esta situación y a asumirla como una oportunidad que puede y debe ir en beneficio de la calidad de lo que vendemos, lo que a su vez nos dará mayores herramientas de competitividad y otorgará un valor agregado a nuestros productos.
También a considerarla como un elemento que forma parte de la responsabilidad social que como empresarios nos cabe, de cara a entregar buenos alimentos, a cuidar la salud de nuestra clientela y a brindarles cada día la seguridad de estar eligiendo un lugar de compra que les da un buen servicio y que se preocupa por su calidad de vida.
Para que esto se pueda concretar, es muy relevante que seamos capaces de transmitir estas ideas y necesidades a nuestros trabajadores, ya que sin la ayuda de ellos será absolutamente imposible implementar de manera exitosa una nueva política de producción, que considere mayores estándares de higiene y procedimientos regulares y acotados para concretarla.
Esto debe convertirse en una verdadera política de empresa, que cuente con el compromiso efectivo de todos quienes la componen, y para ello es imprescindible que cada miembro de la organización tome conciencia e internalice los conceptos que están detrás de las buenas prácticas sanitarias, dado que sólo actuando por convicción y no por obligación, es posible avanzar en estas materias.
Desde luego que aquí jugará un rol muy destacado la capacitación, que debe implementarse a todo nivel, de capitán a paje, apuntando a generar las competencias laborales más adecuadas para desempeñar con éxito cada función al interior de la panadería y para enfocarse en la elaboración de excelencia. Rol trascendente cumplirán en este sentido –el de creación de oportunidades de formación- las entidades gremiales y las alianzas que puedan desarrollarse con las empresas proveedoras.
Por último, para instaurar de manera global esta nueva visión sanitaria, se requerirá de una política de fiscalización coherente de parte de las autoridades, que privilegie el diálogo y el trabajo conjunto con el comercio formal, y que controle de manera eficiente la proliferación de las actividades clandestinas, sin excepción alguna, de manera que no volvamos a ver, por ejemplo, carros de comida en las calles funcionando frente a las oficinas gubernamentales en la más completa impunidad.