La industria de la alimentación ha crecido y se ha desarrollado enormemente durante los últimos años, al alero de tres conceptos fundamentales: La diversificación de los productos, la calidad de los mismos y el cuidado de la salud para quienes son sus destinatarios, vale decir, los consumidores.
Y es en este último aspecto en el cual se está poniendo hoy mayor hincapié, dado que existe más conciencia e información sobre lo que puede ser o no perjudicial para el organismo, lo cual genera un importante desafío para todos los actores del sector, dado que tanto los clientes como las autoridades, otorgan gran relevancia a este aspecto.
En ese contexto, la panadería y pastelería nacional no pueden estar ajenas a esta tendencia y tienen como misión reacomodar sus esquemas productivos y de servicios, de manera tal de “subirse a un tren” que de seguro marcará la pauta en los años venideros.
Ello, porque además de entrar a jugar una serie de aspectos que tendrán que ver con controles sanitarios y fiscalizaciones más rigurosas, no debemos perder de vista que este tema será una condicionante fundamental a la hora de poder competir en mejores condiciones y de estar a la altura de los requerimientos que tienen los compradores actuales.
De este modo, ya nos encontramos con una serie de exigencias que irán intensificándose en el tiempo y que debemos asumir a la brevedad como elementos rutinarios de los procesos de elaboración, dado que formarán parte de los esfuerzos de nuestro país por posicionarse como una nación que cumple con los estándares internacionales en este rubro.
Así por ejemplo, durante el 2011 deberemos trabajar de manera intensa en todo lo que dice relación con cumplir la norma HACCP (Sistema de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control). También tendremos importantes metas respecto de la nueva reglamentación para disminuir de forma paulatina los niveles de sodio en el pan y habrá que seguir avanzando en materia de rotulación adecuada de los productos que se expendan.
Lo anterior implicará desde luego varios cambios culturales en la organización de nuestros establecimientos, razón por la cual adquirirán gran relevancia los procesos de capacitación que se desarrollen tanto para empleados como empresarios. Además, instancias como la certificación de competencias laborales y un trabajo mancomunado y estrecho con los entes reguladores y fiscalizadores, serán puntos de alta relevancia que como gremio tendremos que encauzar de manera de representar y resguardar los intereses de toda la actividad.
Ahora bien, debemos reconocer en esta situación no sólo desafíos y obligaciones, sino que verla igualmente como una oportunidad para hacer crecer nuestro negocio y para apuntar, de paso, a nuevos nichos de mercado, ya que junto con cumplir los nuevos parámetros, podremos comenzar a utilizar diferentes insumos y sistemas de fabricación, que nos abran las puertas para atender a segmentos no tradicionales de consumidores.
En este punto, la innovación, la diversificación, el elevar los niveles de calidad y el mejorar los servicios, serán estrategias claves para avanzar en una industria que cada día hace más hincapié y redobla sus esfuerzos por ser saludable y funcional para sus clientes.